Con este Blog me propongo crear un espacio para compartir con aquellos a los que les interesa el lenguaje. Está especialmente dedicado a estudiantes, investigadores, colegas e interesados en la relación entre lenguaje y sociedad. Espero que este sea un lugar que facilite el intercambio de trabajos realizados, a realizar, investigaciones exploratorias, artículos, comentarios, reseñas. Quedan todos invitados, Laura Pardo

viernes, julio 29, 2005

El prejuicio en el discurso de los sin techo: una aproximación por Marcelo Svartman

Resulta familiar encontrar en los trabajos de Análisis Crítico del Discurso (ACD) la afirmación de que tanto la discriminación como los prejuicios sociales son mecanismos que se generan a partir de la percepción de un otro como amenaza. No menos frecuente es hallar la distinción formulada por Van Dijk (1988) entre una amenaza de tipo económico y otra de carácter sociocultural: en la primera se ve al otro como aquel que puede quitar mi empleo o disminuir mis posibilidades de acceder a uno; en la segunda el peligro reside en que el otro posee creencias y valores y tiene comportamientos diferentes de los míos. Pese a esto, al realizarse el análisis en estos trabajos no se postula la existencia de correspondencia alguna entre las diferentes estrategias utilizadas por quien manifiesta el prejuicio y el carácter de la amenaza involucrada, sino que la distinción entre tipos de amenazas es incorporada, en el mejor de los casos, como un marco para la interpretación de los datos surgidos del análisis. Lo señalado guarda cierta relación con un reproche que en reiteradas oportunidades se ha lanzado sobre la práctica del ACD: que la dimensión crítica –la intención de luchar contra la reproducción de la desigualdad y la injusticia social–, quita atención, y hasta puede llegar a la neutralización, de la dimensión discursiva –dar cuenta del modo en que el discurso contribuye a dicha reproducción–. Como observa Menéndez (2002), eso puede derivar en situaciones contrarias a los objetivos mismos de la investigación: “Caer en un ecleticismo teórico que no logra resolver problemas discursivos puede ser un riesgo que tal vez anule los propósitos que se persiguen”. De tales objeciones solo puede reconocérsele una utilidad a la segunda: la de pretender iluminar los senderos por donde debería desarrollarse el ACD para no diluirse en una ciencia de buenas voluntades. La otra no goza siquiera del beneficio de parecer apropiada: reclama del ACD correlaciones entre la serie lingüística y la extralingüística como las proporcionadas por la sociolingüística laboviana, lo cual, a todas luces, resulta improcedente: a) porque el ACD trabaja con textos y ya ha quedado claro desde Lavandera (1977) que no puede sostenerse la existencia de una variable más allá del nivel fonológico, cuando ingresa el significado; y b) porque no cualquier información extralingüística puede computarse mediante un cálculo cuantitativo. Si he traído ambas objeciones es porque considero relevante explicitar una cuestión. El ACD es una perspectiva de análisis que utiliza metodología cualitativa y encara la investigación en forma multidisciplinar. Se basa en un análisis lingüístico exhaustivo del texto y en un profundo análisis del género en el que este se inserta, lo que solo se puede lograr mediante estudios estadísticos de las frecuencias de uso de las formas lingüísticas. Se accede al plano social inductivamente, a partir del análisis de los datos lingüísticos, buscando su triangulación con otros de índole histórica, antropológica, psicológica, etc. Lo que me interesa subrayar es que esta triangulación no elimina la interpretación, lo cual se debe, tal como lo señala Wodak (2001), a que la práctica social modifica a la discursiva y a la textual y estas, a su vez, a la social de modo dialéctico. Sostener lo contrario es negar que la acción lingüística sea una acción social.
Sin duda, el prejuicio expresado verbalmente es uno de los mejores ejemplos de esta asociación. Es por eso que creo pertinente insertar este breve comentario metodológico antes de comenzar a desarrollar mi exposición. Esta tiene como objetivo poder relevar algunos recursos y estrategias lingüísticos por medio de los cuales se manifiestan prejuicios contra personas de la calle en las historias de vida (Linde, 1993) de otros sin techo.
El análisis que propongo se ha efectuado sobre un corpus de 10 historias de vida recogidas en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires entre agosto y septiembre del año 2003. Cada una de estas historias tiene una duración aproximada de una hora de grabación. Pertenecen a personas que viven en la calle y fueron producidas en ese contexto: una plaza, un parque, las escalinatas de una iglesia, junto a las vías de un tren. Se trata de una investigación de índole exploratoria que se encuadra dentro de un proyecto llevado a cabo en el Departamento de Lingüística del CIAFIC sobre identidad personal y social de los sin techo.
Desde lo metodológico, y como ya ha adelantado, el trabajo desarrollado es eminentemente cualitativo, sigue los lineamientos propuestos por Wodak (2000) y la perspectiva tridimensional (Fairclough, 1995) según la cual se entienden los textos como una forma de práctica social, discursiva y textual.
De las 10 historias de vida analizadas, solo en tres de ellas aparecen prejuicios contra otra gente que habita en la calle. Por prejuicio entiendo, tal como lo definiera Van Dijk (1987),
una forma de representación social compartida por los miembros de un grupo, adquirida durante los procesos de socialización y transformada y puesta en práctica en la interacción cotidiana y a través de los medios de comunicación.
A continuación mencionaré los recursos y estrategias lingüísticos elegidos para su presentación. Conviene aclarar que en muchas de las emisiones seleccionadas se observa la coocurrencia de más de un prejuicio.
I. Utilización de la voz del otro, mediante discurso directo, para justificar una evaluación negativa. Ej. 1: Ellas se llevan todo: “Para mi primo, para mi sobrina que está allá, que está allá”, se llevan todo. (LM)
II. Utilización de la propia voz, mediante discurso directo, para expresar un prejuicio. Ej. 2: “Para mí no hay nada, pero esta otra se llevó todo. Que se vaya a laburar a su país. (LM)
III. Uso de la 1º persona para presentar la –supuesta– perspectiva del otro. Intenta provocar un efecto de verosimilitud. Al contrario de lo que pudiera parecer, no es una estrategia en donde se manifieste cercanía con la perspectiva del otro. La pregunta final traslada al entrevistador la valoración de los discursos puestos en juego. Ej. 3: Me levanto, desayuno, tengo la comida, tengo la merienda, tengo la cena, boludeo por ahí, me tomo un vino ¿me voy a calentar en buscar laburo? (LM)
IV. Enfrentamiento con la perspectiva del otro a través de la utilización de la 2º persona. Busca establecer una demarcación de lugares (yo vs. los otros) a través de evidenciar una oposición entre dos discursos. Ej. 4: Dormiste en la calle o dormiste en un dormi, en donde sea, en fin, un buen sánguche, un buen desayuno, lo que vos quieras, a las seis y media listo y de ahí andá a buscar laburo, caminá todo el día, hermano. (LM)
V. Construcción de una situación hipotética en presente del indicativo. Se propone una escena cuyo resultado funcionaría como justificación de una postura sostenida por el entrevistado, en este caso la de preservar la propia integridad física aun cuando eso significara tener que soportar ciertos comportamientos que se consideran inadecuados. El presente da a la situación hipotética un matiz de realidad. Ej. 5: Entonces lo que pasa es que a la vez yo soy solo “Buen día, buenas tardes”, estoy solo, pero vos sos el sarnoso y tenés veinte sarnosos más al lado tuyo y yo por mí “Eh, calláte la boca no digas nada” y saltan los veinte sarnosos y me rompen todo a mí, entonces yo me tengo que callar. (LM)
VI. Construcción de una situación hipotética + participante diferente de la 1º persona + discurso directo de la persona de la calle + evaluación prejuiciosa. Se proporciona una cadena de mitigaciones para equilibrar el grado de compromiso con el prejuicio que se manifiesta. Ej. 6: Vos ya lo vas a ver cuando lo entrevistés también, ahí te vas a dar cuenta “No tengo, no tengo, no tengo, no tengo, no tengo, no tengo.” (OR) Ej. 7: Hay algunos, es decir, eso con el correr del tiempo se ve, el día de mañana que vengan digan “Diez o todos estos que están en esta cuadra pueden ir a dormir a tal lugar, con comodidades, todo”, pero muchos dicen “No, yo no voy”, pero porque están acostumbrados a la calle, se sienten más libres, no se sienten presionados. (J)
VII. Presentación de una situación sin coordenadas témporo-espaciales precisas en la que el prejuicio se manifiesta a través de la intervención de un proceso mental. La figura del pensamiento intenta dar apariencia de que el resultado de la evaluación, la conclusión prejuiciosa, surge de un análisis objetivo que se encuentra más allá de las opiniones y valores del entrevistado. Ej. 8: Claro, sí, es así, porque aunque no tenga estudio, no tenga preparación, el tipo lo que ve te lo tiene que decir, entonces es una cosa coherente, ahora si vos lo escuchás hablar, todas, todas, todas pavadas, o pelotudeces, te decís "¿Este hombre de dónde carajo es? sí, es de la calle”, y te vas. (OR)
VIII. Modalidad deóntica + negación + 3º persona. Se utiliza para contraponer en forma explícita la –supuesta – perspectiva de quien se crítica con la propia. Ej. 9: Ej: La calle sirve o esos lugares sirven para, eh... momentáneo ¿viste?, el tipo tiene que evolucionar, de una manera u otra tiene que enganchar laburo, hacer su vida, vivir el confort, medio, poco, mucho, pero salir, no quedarse momentáneo en la calle, la calle, la calle, la calle y haciendo pillerías. (OR)
IX. Generalización + prejuicio. Se determina un conjunto y se le atribuye una propiedad. El nivel de visibilidad del prejuicio es altísimo: cobra la forma de su definición. Ej. 10: La Iglesia subvenciona pero tiene muchos sinvergüenzas adentro, porque todos esos son una manga de vagos (OR)
X. Utilización de lexemas con significado amplio y carga negativa. Este recurso ofrece un balance altamente favorable –en términos de imagen positiva– a quien lo utilice: poco riesgo y buen rendimiento. Requiere de un concepto que, por su multiplicidad semántica, permita señalar, o insinuar un señalamiento, hacia otros conceptos. Argumentativamente funciona como una falacia, esto es, un razonamiento cuya conclusión no se deriva necesariamente de sus premisas pero intenta aparentarlo. A nivel cognitivo pretende activar las representaciones sociales que sobre el prejuicio en cuestión pudiera poseer el interlocutor. Ej. 11: A veces son circunstancias pero están acostumbrados mucho al pillerío ¿viste?, al pillerío, a vender teléfonos, un repasador, una camisa y así viven. (OR) Ej. 12: Si ves, son todas pillerías las que hacen los tipos, van con los facones, con los cuchillos. (OR) Ej. 13: Por más que no sean creyentes, no tengan dinero, no pueden estar tomados en la puerta de la iglesia, todo ese tipo de malandrerío que hay que hay en el tema de la calle. (OR)
XI. Contexto de evaluación negativa + Vaguedad léxica. Permite que el prejuicio no se manifieste abiertamente. Esa misma falta de definición hace disminuir la fuerza argumentativa de lo expresado. Ej. 14: Que con ese criterio hay mucha gente que no hace más nada, aparte se deja estar ¿no? no se baña, toma y una serie de consecuencias de cosas que las vas a notar (OR)
XII. Negación del prejuicio + pero + prejuicio: Con este recurso se pretende reducir una posible amenaza contra la propia imagen positiva mediante la negación directa del prejuicio. Resulta útil para la manifestación abierta del prejuicio. Ej. 15: Lo que yo no entiendo es, yo no discrimino a nadie, yo no despotrico contra nadie ¿no? pero entran bolita, bolita, bolita, peruano, bolita, peruano, argentino, bolita, peruano, bolita, peruano, bolita, peruano, bolita, peruano, argentino. (LM)
Podría considerarse que la distinción que propongo entre algunos de los recursos relevados no resulte adecuada explicativamente y que, de reunirlos como un solo recurso, se proveería una mejor explicación. Me refiero puntualmente a I, II, V y VI, que podrían agruparse como narrativas (Labov & Waletzky, 1972) He optado por no hacerlo por dos razones: a) porque creo que en una investigación exploratoria conviene seguir en forma extrema el criterio de que a cada diferencia en la forma le corresponde una diferencia de función, de modo de no anular tempranamente distinciones que podrían ser productivas para el análisis y b) porque considero que V y VI, en tanto que presentan situaciones hipotéticas, no se ajustan a la definición de narrativas. Quedará para la futura investigación establecer si conviene o no mantener el criterio adoptado en esta oportunidad.
¿Cuáles son los sin techo que manifiestan prejuicios contra otros sin techo? He dicho que de las 10 historias de vida analizadas solo aparecían emisiones prejuiciosas como las indicadas en 3 de ellas. ¿Qué ocurre en las 7 historias de vida restantes? RN y A localizan cierta amenaza en gente que viene de fuera de la calle: Te cae una bandita ahí que Dios mío (RN); Hay que cuidarse de los pendejos, están zarpados, diecisiete, dieciocho años el pendejo y ya anda con un fierro en la mano (A). R no solo no ataca a la gente de la calle, sino que elige una parte de ese conjunto, los inmigrantes, y los defiende. Para eso se apela a la experiencia: No puedo hablar mal de ninguno porque yo tengo amigos peruanos, tengo amigos bolivianos, tengo amigos paraguayos, bueno en fin todos; Los que yo conozco en la calle son gente buena, nada que ver (R)
No hay en estas historias una preocupación por separarse de la representación discursiva dominante que hay sobre las personas que viven en la calle (). De hecho, se asumen como propios varios de los rasgos que conforman ese estereotipo: tomo (Chupo un par de vinos, me pongo en pedo, cuando estoy muy en pedo me pongo a dormir –A–), soy peligroso (Peleas, peleas, peleas, peleas, qué pasa, yo cuando me peleo me encarnizo y mando al patio a cualquiera –A–) y estoy acá por mi culpa (Se me brindan oportunidades, eh, se me brindan, no, no, no tengo nada que decir de “¢Uh, qué mal que me”, no, no, se me brindan, solamente soy yo –RN–.
En franca oposición se encuentra la visión que los otros sin techo tienen sobre sí mismos. Cada rasgo que se identifica con el ser de calle es un punto que sirve para la diferenciación: si ellos son vagos, nosotros somos trabajadores: Yo tenía tres camiones, trabajaba, trabajaba y llegaba ¡ah! muerto (LM); si ellos son borrachos, nosotros no: Fumar sí, fumo, pero tomar no tomo (OR); si ellos son peleadores, nosotros evitamos la pelea: Si quieren pelear, me voy (OR). Distanciarse del otro (la persona de la calle) significa en este contexto protegerse de la visión que el otro (la sociedad) tiene sobre mí. A la vez, esto le permite a los sin techo fantasear con la posibilidad de pertenecer a ese otro grupo del que se encuentran excluidos (Bauman, ) .
Esta cualidad que señalo, el no representarse como participante del ser de la calle, se vincula estrechamente con una que, siguiendo a Pardo (2003) funciona como estructuradora del discurso sobre la identidad en los sin techo: el ser o no ser de la calle. En varias ocasiones OR, LM y J presentan su situación en la calle como algo provisional: Viviendo ahora en la calle, bah, por el momento (OR). De hecho, se llega en algunos momentos hasta a negar tal situación: Bah, en la calle no estoy. (OR).
Con lo visto, espero:
1. haber demostrado la pertinencia y necesidad de analizar la manifestación de prejuicios en los sin techo como un modo de aproximación a la construcción discursiva de su identidad;
2. haber contribuido, a partir de los recursos y estrategias relevados, al conocimiento lingüístico sobre el prejuicio;
3. haber mostrado la posible productividad de encarar el análisis lingüístico de los prejuicios desde teorías o estudios sobre la argumentación y sobre los discursos referidos, así como la probable conveniencia de examinar los recursos y estrategias teniendo en cuenta la noción de gradualidad y
4. haber dejado en claro que resultaría necesario complementar el presente trabajo con un estudio sobre los recursos y estrategias utilizados para rechazar o cuestionar prejuicios cuando se presentan como una amenaza contra la propia identidad.

Referencias bibliográficas:


van Dijk, T. A (1984). Prejudice in discourse: an analysis of ethnic prejudice in cognition and conversation. Amsterdam: J. Benjamins.

van Dijk, T. A.(1987). Communicating racism: ethnic prejudice in thought and talk. Newbury Park: Sage.

van Dijk, T. A. (1988). El discurso y la reproducción del racismo, en: Lenguaje en Contexto. Vol , Nº1: pp. 131-180.

Fairclough, N. y R. Wodak (1997). Análisis Crítico del Discurso, en: T. A. van Dijk (comp.). El discurso como interacción social. Barcelona: Gedisa.

Fairclough, N. (1995). Critical Discourse Analisis. London: Longman.

Labov, W. y Waletzky (1967)

Lavandera, B. (1977). Where does the sociolinguistics variable stop?, en:

Linde, Ch. (1993). Life Stories: The creation of coherence. New York: Oxford University Press.

Menéndez , M. (2002). en. Discurso y Sociedad. Barcelona: Gedisa.

Pardo Abril, Neyla. 2003. en: Leda Berardi. 2003. Nuevas perspectivas en Análisis Crítico del Discurso en Latinoamérica. Santiago de Chile: Frasis

Wodak, R.(2000). ¿La sociolingüística necesita una teoría social? Nuevas perspectivas en el Análisis Crítico del Discurso, en: Discurso y Sociedad, vol. 2, Nº 3: pp. 123-147.

Wodak, R. 2001.